Un negociador europeo que sólo aceptó responder a nuestras preguntas a condición de guardar su anonimato; un lobbista estadounidense que se negó a darnos el borrador de un texto en curso de discusión por haber firmado un acuerdo de confidencialidad; un rechazo de la Comisión Europea a nuestras peticiones oficiales, pues “eso pondría en peligro las relaciones económicas internacionales de la Unión Europea” son muestras del secreto que rodea el muy reciente tratado internacional a favor de las multinacionales farmacéuticas y de las industrias culturales. El Acuerdo Comercial anti-falsificación de marcas (ACAC), más conocido por su nombre inglés: Anti-Counterfeiting Trade Agreement (ACTA), está siendo negociado desde hace más de tres años al margen de cualquier instancia multilateral oficial. A pesar de que concierne a la libertad de expresión, a la salud, a la vigilancia de Internet y a la organización del comercio mundial, nadie puede conocer ese texto.
Oficialmente, apunta a reforzar (...)