Hacer que las cosas sucedan, ese tránsito entre la vida ordinaria y la sospecha de que todo debería ser de otra manera. Lo privado como reclamo: te invito a dormir en mi cama; lo público, la Torre Eiffel, convertido en espacio personal para conciliar el sueño: cuéntame algo que me mantenga despierta. El vestido, el objeto, como lo que queda después de la desaparición del amante. La finitud como déclic. Esto no volverá a pasar. Por eso merece registrarse.
Sophie Calle es, seguramente, uno de los ejemplos de autora que hace siempre la misma obra porque es la obra la que la va configurando a ella entre la fábula y la pasión por la actuación en espacios ordinarios, transitados, emulando el “teatro invisible” del brasileiro Augusto Boal. De ahí su regularidad y la obsesión del método a partir de una señal fortuita. Por eso (...)