El hecho de haber vivido este acontecimiento, lamentablemente muy poco conocido, me obliga por un lado a testimoniar, aunque sólo sea para darlo a conocer, y por otro a brindar de alguna manera un homenaje a todas las víctimas, muchas de las cuales eran compañeros de combate.
Llegué al muelle el 30 de abril de 1945. Con el barco repleto, los motores del Athen se pusieron en marcha. Sentíamos las vibraciones bajo nuestros pies y el viento marino nos golpeaba el rostro. Apretados unos contra otros, no podíamos imaginar un viaje muy largo en alta mar. Atravesamos una suerte de canal y descubrimos a cierta distancia un enorme y magnífico buque. Los oficiales de las SS dirigían todos los sectores del barco, controlaban los movimientos, organizaban brutalmente la distribución de los camarotes, las bodegas y los puentes. Fue así como me encontré en un camarote de lujo de un barco de (...)