Christine, despedida por Prodez y todavía sin trabajo, da vueltas a su pasado junto a su amiga Cathy.
CHRISTINE.- Cuando recibí la carta de despido, me dije que en cierto modo no era tan malo. Comenzaba a estar harta de hacer electrodomésticos en el ambiente de Prodex, que se había vuelto incómodo y mejor que mejor para los húngaros si pasaban a formar parte de Prodex y también se ponían a ensamblar. Te juro que cuando recibí la carta sentí un alivio.
CATHY.- Ya me has contado la carta.
CHRISTINE.- Después de dieciocho años de ensamblaje, pensaba que me sería fácil encontrar trabajo de nuevo. Al menos Prodex no es cualquier empresa, a todo el mundo le suena. Sobre todo a los viejos que han permanecido fieles a la marca desde los años sesenta, puesto que era made in France y los aparatos tenían reputación de no estropearse nunca, más o menos como (...)