Nacido en Paris de padre alemán y madre francesa de origen judío-alemán (apellido “Moh- renwitz”), Max Aub tiene apenas once años en 1914, cuando ya llegan a sus oídos insultos como sale boche, o sale juif y la familia se ve obligada a expatriarse a España. La burla es la ponzoña de la idiotez, pero esos agravios son el principio de una persecución encarnizada. Su padre, acusado por Francia de haber conservado su propia nacionalidad, se refugia en Valencia. Ambos progenitores son agnósticos, viven en un horizonte liberal y envían a Max a la Escuela Moderna (mixta y laica inspirada en la pedagogía de Francesc Ferrer i Guàrdia), donde aprenderá a pasos agigantados la lengua española, que abrazará indefectiblemente su carrera de escritor. Estudia también en la Alianza Francesa y en el Instituto Luis Vives. Desde muy joven, su vocación literaria, ligada a las convulsiones de una España en plena (...)
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Un escritor insumiso
Reivindicación de Max Aub
Luchar por resistir, afrontar la persecución sin amoldarse a la fatalidad de las tiranías es lo propio de Max Aub (París, 1903 - México, 1972), un hombre que, lejos de eclipsarse en el terrible malentendido del exilio, se afanó por repeler la tragedia de la historia y le plantó cara a sus arbitrariedades. Las fronteras de su existencia en fuga sobrepusieron así, a la geometría de la ruptura, el poderío del deseo por servir a la libertad. Max Aub midió con creces la grandeza de ser un azar en esa noche al raso del olvido.
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