Inmediatamente después de la impresionante victoria electoral de Barack H. Obama en noviembre de 2008, surgió una importante pregunta: ¿Mantendrá el nuevo Presidente la promesa que formuló durante su campaña de hacer evacuar de Irak las tropas de combate en un plazo de dieciséis meses a contar desde su toma de posesión? Justamente, la suerte de este plan de retirada es esperada como un indicador de la orientación general de su política exterior y del papel que podría desempeñar en las estrategias de seguridad nacional y exterior.
Este tema provocó el conflicto más duro entre el Presidente electo y un comando militar estadounidense cuya oposición a su política de retirada no es un secreto para nadie. ¿Iba Obama a defender su opción o a ceder a las presiones? El desafío de ese pulso era nada menos que una elección fundamental entre una retirada estratégica de Irak y el intento de prolongar (...)