Durante mucho tiempo marginados o integrados por la fuerza en la comunidad internacional, a los pueblos indígenas les cuesta mucho hacer oír su voz en las discusiones que conciernen a la protección de la biodiversidad. No fue hasta 1992 cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconoció que “desempeñan un papel fundamental en la ordenación del medio ambiente y en el desarrollo debido a sus conocimientos y prácticas tradicionales”.
Paralelamente, sus saberes adquirieron una forma de reconocimiento oficial por parte de la comunidad científica. Así pues, el informe de la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio, publicado en 2005, subraya su pertinencia, y la segunda parte del quinto informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), que se publicará en marzo de 2014, solicita explícitamente su contribución.
Gracias a estos saberes, las comunidades moken y urok lawai (Tailandia), ong (la India) y simeulue (...)