Ser asalariado fue durante mucho tiempo una de las condiciones más precarias en el mundo laboral. Caían en ese capítulo el artesano o el campesino cuando lo perdían todo, el obrero especializado que no lograba independizarse... Es preciso recordar que en Francia el principal partido de gobierno de la Tercera República, el Partido Radical, en su congreso de Marsella de 1922, había incluido en su programa electoral, “la abolición del asalariado, supervivencia de la esclavitud”.
En su libro Les métamorphoses de la question sociale, Robert Castel analiza a fondo ese largo proceso que, desde la década de los cincuenta a la de los setenta –periodo de crecimiento excepcional del capitalismo– permitió al conjunto de los asalariados superar esa considerable desventaja, hasta convertirse en la matriz de la sociedad moderna y marcar profundamente nuestras instituciones y nuestras representaciones.
Sin cuestionar la relación salarial, que actualmente concierne al 89% de la población activa (...)