Resulta curioso que los observadores políticos de todo el mundo se asombren de la aplastante victoria de Hamás en las elecciones legislativas de enero de 2006 en Palestina. Sin embargo, un poco de sentido común hubiera bastado para describir la génesis de ese acontecimiento como la crónica de una victoria anunciada. En efecto, lo que ocurre en los territorios palestinos ocupados por Israel desde 1967 es un escándalo absoluto desde el punto de vista del derecho internacional y de los principios de humanidad.
A diferencia de los habitantes de Timor-Oriental, que lograron su independencia de Indonesia, a diferencia de Bosnia y Kosovo que fueron objeto de acciones de envergadura internacional destinadas a proteger a las poblaciones afectadas, y otorgarles una autonomía que preludiaba su independencia, los palestinos siguen viendo lo que les queda de su territorio carcomido año tras año por la extensión de las colonias de asentamientos en (...)