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Volver a apropiarse de un recurso de utilidad pública

Los datos personales, una cuestión política

El rastro que dejamos en Internet, la información de nuestros smartphones, nuestras aportaciones a las redes sociales no sólo son codiciadas por las agencias de inteligencia: deleitan a los gabinetes de publicidad y enriquecen a los gigantes de Silicon Valley. No obstante, los datos personales no están condenados a este destino. Su uso con fines de utilidad pública exige la movilización política.

por Pierre Rimbert, septiembre de 2016

En 2015 se vendieron 1.424 millones de smartphones en todo el mundo; 200 millones más que el año anterior. Una tercera parte de la humanidad lleva un ordenador en el bolsillo. Manipular este aparato, muy práctico, es algo tan natural que hasta se olvidaría el trueque que nos impone, sobre el cual descansa toda la economía digital: las empresas de Silicon Valley ofrecen aplicaciones a usuarios que, a cambio, les entregan sus datos personales. Localización, historial de la actividad en línea, contactos, etc., se recogen impúdicamente, se analizan y se revenden a anunciantes publicitarios muy contentos de llegar a “las personas correctas para transmitirles el mensaje correcto en el momento oportuno”, tal y como pregona la directiva de Facebook. Un dicho de los años 1970 ya anunciaba que “si es gratuito, el producto es usted”.

Aunque se multiplican las controversias sobre la vigilancia desde las revelaciones de Edward Snowden en 2013, (...)

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