Al decidir una fuerte alza del precio de la gasolina y del gas natural, el 19 de agosto, el régimen militar birmano desató una crisis económica y social cuyas consecuencias no había calculado. En efecto, un alza similar del precio del petróleo en octubre de 2005 no provocó una ola de protestas como la que sacudió Rangún y algunas otras grandes ciudades en septiembre pasado. Sin embargo, las manifestaciones en las calles, iniciadas por unos pocos militantes y retomadas por la comunidad de monjes budistas (el Sangha), están lejos de haber constituido un movimiento de grandes dimensiones.
El aumento del precio del petróleo tuvo consecuencias directas sobre la vida cotidiana de la población, particularmente en las ciudades. El precio de los transportes públicos casi se duplicó, el coste de utilización de grupos electrógenos que iluminan las aceras destinados a paliar los cortes del suministro eléctrico público, se volvió exorbitante. Los precios (...)