Hacia el final de los años setenta, la aparición de las asociaciones humanitarias “sin fronteras” se construyó sobre algunos puntos de referencia: el carácter no religioso de estas organizaciones, su apoliticismo, la voluntad de un acceso universal para las víctimas, una voluntad de independencia con relación a los Estados e incluso, en sus orígenes, en el financiamiento, así como una voluntad de poder dar cuenta de situaciones constatadas en el terreno, con el fin de dar testimonio de las realidades sanitarias o de los mecanismos generadores de situaciones a veces dramáticas.
Para poder acceder a las víctimas y reivindicar una cierta libertad de expresión, es muy importante no aparecer ni como parte de los conflictos que desgarran a algunos países, ni como dependientes de la política de la nación de origen de la organización. Sin embargo, en los lugares de conflicto, algunos cambios recientes han hecho más compleja la percepción del (...)