En su sede social de la provincia de Nuevo Brunswick, la familia Irving reina como si de una dinastía se tratase. Con el transcurso de las décadas, se ha construido un monopolio tanto vertical como horizontal que le permite, la mayoría de las veces, prescindir de proveedores y de socios, siguiendo un modelo económico opuesto al de una multinacional: no extender sus tentáculos a escala mundial, sino explotar todo lo que se pueda en un perímetro muy delimitado.
Su refinería de Saint-Jean, la más importante de Canadá, abastece la red de distribución Irving, que abarca todo el noreste de Norteamérica, desde Terranova hasta Nueva Inglaterra. De esta manera, la empresa familiar suministra carburante a su inmensa flota de camiones, que transportan alimentos recolectados en sus granjas, periódicos impresos por ella misma o incluso paquetes gestionados por su servicio de mensajería –cuando estos bienes no son distribuidos a través de su red (...)