En 2007, una publicación científica de primer nivel informaba de las desventuras de un hombre de 26 años que, tras padecer una brusca caída de la presión arterial, fue admitido en urgencias con sudoración y temblores. El paciente explicó que, tras una pelea con su novia, había ingerido 29 pastillas de antidepresivos. Estos medicamentos le habían sido proporcionados en el marco de un ensayo clínico con unas nuevas moléculas y que debía durar dos meses. Tras inyectarle seis litros de solución salina, su estado aún era preocupante. Fue entonces cuando le contaron que acababa de sufrir una “sobredosis de placebo”, pues la sustancia que había ingerido era completamente inerte. En menos de un cuarto de hora, se recuperó por completo y su presión arterial volvió a ser estable...
Aunque no todos los efectos contextuales (véase el glosario de la página 24) son tan dramáticos, contribuyen a muchas recuperaciones. Por ejemplo, una (...)