A pesar de la aparente neutralidad de la materia, los manuales de matemáticas ilustran, tanto como los de historia o de ciencias económicas, las relaciones sociales. Para hacer que el aprendizaje sea más preciso y atractivo, las lecciones y los ejercicios presentan a individuos: actores de historias rudimentarias –niños comparando su número de canicas, un adulto yendo de compras o preguntándose cuánta gasolina consume– que ofrecen una cierta representación del papel que cumple cada sexo.
En los seis volúmenes de la colección Mon livre de matématiques (Mi libro de matemáticas), editada por Hatier International, difundida en el África francófona y destinada a los alumnos de primaria, contamos 1.375 personajes, de los cuales se puede identificar el sexo (1.014 en los textos y 361 en las imágenes). Su distribución es muy poco paritaria. Mientras que el chico joven aparece como la figura predilecta (39% de los personajes en los textos y 58% (...)