“En general, dentro de la industria minera, el capital riesgo viene de Canadá”, lanza, con tono de certeza, el ingeniero belga René Nollevaux, administrador de una mina de cobre en la provincia congolesa de Katanga. De hecho, el 75% de las compañías mineras del mundo elige ese país para registrarse y el 60% de las que emiten acciones en Bolsa se inscriben en el Toronto Stock Exchange (TSX), donde, entre 2007 y 2011, se destinaron 220.000 millones de dólares canadienses al financiamiento mediante acciones en el sector minero –más de un tercio del total mundial–, lo cual sitúa a Toronto muy por delante de su competidor directo, el London Stock Exchange (LSE). En 2011, el 90% de las acciones emitidas por el sector minero en el mundo fueron administradas por el TSX.
Esta proeza, que el gobierno federal presenta como un “motor de la prosperidad canadiense”, perjudica la imagen complaciente que (...)