Empieza como una crónica y se va convirtiendo en novela a medida que el propio autor se ve atrapado en la narración. El resultado es un relato espectacular por las excepcionales destrezas del autor, que es a la vez reportero y narrador. En una presentación de La mujer loca –novela o “antinovela”, como veremos– Juan José Millás señala: “Advertimos cómo el narrador cuenta la historia de un álter ego mío, mediante un especial desdoblamiento que representa lo que le pasa al personaje y lo que le pasa al autor.”
Con humor surrealista, Millás describe la psicosis propia y la ajena, y lo hace tan bien que no sabemos quién es el demente, si el personaje o el autor, en un alarde de eso que la moderna teoría literaria llama “autoficción”. Se trata de un término utilizado para referirse al pacto ambiguo entre veracidad y fábula. En este modo narrativo coinciden (...)