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Encuentro con Julian Assange

“Hay que revelar los secretos de los poderes institucionalizados”

Se acaba de cumplir un año desde que Julian Assange, el fundador de WikiLeaks, buscó asilo en la Embajada de Ecuador en Londres. Desde allí, perseguido por el Pentágono y por la Justicia sueca, el más célebre disidente de Occidente continúa su lucha por la transparencia, la paz y la justicia. Sus enemigos tampoco descansan, y en este mismo momento están juzgando, en Estados Unidos, al soldado Bradley Manning, acusado de haber transmitido a WikiLeaks miles de documentos secretos. Podría ser condenado a cadena perpetua. Pero tal intimidación no parece amedrentar a los “lanzadores de alertas” (whistleblowers) que sueñan con una sociedad más transparente. Como lo demuestra el caso de Edward Snowden, analista de la CIA, que acaba de revelar y de denunciar el gigantesco escándalo del programa PRISM, implementado por Washington para escuchar y vigilar clandestinamente a millones de ciudadanos con la complicidad de las grandes empresas de Internet.

por Eirik Vold, julio de 2013

“Los ataques fueron aumentando de intensidad –nos dice Julian Assange–. Empezó con un par de litigios, digamos, menores. Primero con un comandante en la base de Guantánamo y luego nos demandó un banco suizo. Uno de mis amigos, criptógrafo, fue víctima de una emboscada por agentes de inteligencia en un aparcamiento en Luxemburgo. Trataron de sacarle información sobre WikiLeaks...”. ¿Un criptógrafo? Si usted no está acostumbrado a la jerga internáutica, la historia de Julian Assange está llena de personajes y objetos que parecieran sacados de una novela de ciencia-ficción: criptógrafos con secretos vitales; científicos excéntricos con invenciones que pueden destruir el ciberespacio si caen en manos equivocadas; pequeños archivos torrent flotando en un espacio abstracto capaces de tumbar gobiernos... Pero todo lo que menciona es real. Tan real como los agentes de la CIA que tratan de destruir WikiLeaks, o la puerta que acabo de abrir para entrar en la Embajada ecuatoriana de Londres, o el oficial de policía que espera pacientemente al otro lado con sus esposas, su pistola y su orden de arrestar al creador de WikiLeaks.

Julian Assange es el disidente más famoso y más perseguido del mundo occidental. Su web WikiLeaks le ha dado al mundo acceso a la mayor cantidad de documentos ocultos de la historia. Los ficheros difundidos han revelado los secretos más oscuros de organizaciones, empresas privadas y sobre todo de la superpotencia militar número uno del planeta: Estados Unidos (1). ¿Cómo ha podido realizar todo eso?, le pregunto. “Yo hago eso –explica Assange– porque creo en la transparencia como condición para que el mundo sea más justo. Sólo conociendo la realidad interna de las organizaciones, empresas y gobiernos poderosos podremos saber cómo funciona realmente el poder. Y sólo de ese modo podremos hallar las soluciones adecuadas para que una humanidad libre alcance todo su potencial”.

Siempre han existido los llamados “alertadores” (whistleblowers), personas que alertan al público sobre prácticas corruptas, antiéticas o violentas desde dentro de los gobiernos, de organizaciones o de empresas en las que trabajan. Pero gracias al mecanismo novedoso y discreto de WikiLeaks ahora pueden hacerlo sin miedo a ser denunciados como fuentes.

Assange niega enfáticamente que llegó a donde está hoy determinado por las condiciones particulares en las que se formó siendo niño o adolescente. Pero la singularidad de su biografía es indiscutible. Nació el 3 de julio de 1971 en la ciudad de Townsville, en Australia. Allí se crió con su madre. Se dice que antes de cumplir los 14 años, ya había cambiado de residencia treinta veces... En esas circunstacias surgió Mendax, el pseudónimo “internáutico” del joven Assange, convertido ya en maestro del “hackeo”. En 2002, empezó sus estudios universitarios. Inquieto y curioso, el joven Julian estudia en dos universidades y multiplica, durante tres años, las materias de sus estudios (ciencias naturales, filosofía, neurociencias). Una experiencia determinante le hizo distanciarse de los cursos académicos en Australia: “Vi cómo la universidad era financiada por el Gobierno de EEUU y por la industria militar. Participamos en trabajos para construir maquinaria militar destinada a ser usada por el Pentágono en Irak y también por Israel para demoler casas en Palestina. Otro proyecto consistía en elaborar una máquina de mecánica cuántica que podía ser utilizada para elaborar sistemas de espionaje masivo en Internet”.

Cuando, tres años más tarde, el estudiante Julian Assange abandonó el campus universitario, no llevaba consigo ningún título académico. Pero la perspectiva del hacker –irreverente y apolítica– se enriqueció gracias a su descubrimiento de la geopolítica mundial. El resultado fue WikiLeaks, fundado en 2006 por Assange y un puñado de compañeros, en Reikiavik, la capital de Islandia. Durante los primeros años organizaron encuentros, participaron en conferencias y Assange habló con algunos periodistas suficientemente interesados en asuntos “internáuticos” como para tomarse la molestia de escuchar. Pero mientras tanto, sigilosamente, el equipo de WikiLeaks extendía sus tentáculos sobre todo el ciberespacio, en busca de grandes secretos. “Collateral murder es hoy día el vídeo emblemático de la guerra en Irak –nos dice Assange orgulloso de lo que fue el gran estreno de WikiLeaks en el escenario mundial– Ese vídeo “Asesinato colateral” (2) muestra dos Apache, helicopteros dotados de artillería, atacando a un grupo de iraquíes indefensos con munición antiblindaje de 30 milímetros...”.
 
Aquel video fue sólo el comienzo: “Durante el año 2010, publicamos tres grandes paquetes de documentos secretos –nos cuenta Assange–. Primero, los ‘Diarios de la guerra en Afganistán’ (3), documentos del ejército de EEUU que revelaban la verdad sobre la matanza de civiles afganos cometida por parte de las fuerzas de la OTAN y cómo se mantiene un régimen títere corrupto y antidemocrático. Después, la “Guerra de Irak Logs (4), un paquete de documentos parecidos sobre la guerra en Irak. Y finalmente, el Cablegate (5), una colección de telegramas intercambiados entre el Departamento de Estado en Washington y las embajadas de EEUU en decenas de países, que datan de 1966 a 2010”.

“Wikileaks es ‘una biblioteca de Alejandría rebelde’ –agrega Assange, haciendo un símil paralelo con la biblioteca famosa ubicada en Egipto, la más grande del mundo en la época de la antigüedad clásica–. Sólo con el Cablegate hemos aportado la mayor enciclopedia geopolítica de cómo funciona realmente el mundo”.

En conjunto, los tres paquetes de cables secretos contienen más de 700.000 documentos. Con sus 251.276.536 palabras, el Cablegate constituye el mayor volumen de material clasificado difundido en la historia de la humanidad. Los cables enviados por los funcionarios estadounidenses desde América Latina demuestran en particular el creciente desespero de los diplomáticos de EEUU por el avance de las alianzas de Hugo Chávez en el continente. “Hugo Chávez logró cosas realmente impresionantes –nos dice Assange–, su nombre aparece en miles de cables estadounidenses enviados de todas partes del planeta”.

Por ejemplo, en un mensaje enviado a Washington desde Brasil, se describe el intento de convencer, sin éxito, al ministro de Defensa brasileño de distanciarse de Venezuela. En otro documento, se explica cómo Washington no se atrevió a bombardear los países vecinos de Colombia y a internacionalizar la guerra interna de ese país, por miedo al “escándalo que organizaría Chávez a nivel continental”. Cuando el gobierno colombiano de Álvaro Uribe ordenó ejecutar un ataque militar en territorio ecuatoriano, el 1 de marzo de 2008, para eliminar al llamado “canciller” de las FARC, Raúl Reyes, Chávez jugó un papel fundamental logrando una condena contundente de Uribe con el consenso de todo el continente. Más tarde, WikiLeaks publicó un paquete de correos electrónicos de la agencia de inteligencia privada Stratfor (6), de los cuales más de 13.000 contenían el nombre de Hugo Chávez....

Assange nunca reveló cómo WikiLeaks logró desencriptar el video del ‘asesinato colateral’ en Bagdad. Se supone que estaría involucrado algún “amigo criptógrafo”. Pero en el Pentágono, las miradas se dirigieron muy pronto hacia Bagdad, donde un joven soldado, Bradley Manning, prestaba servicio militar. En mayo de 2010, Manning fue arrrestado bajo sospecha de una presunta colaboración con WikiLeaks. En el grupo de Assange se enciendieron las alarmas: “Líderes políticos de EEUU hicieron llamamientos abiertos para que me asesinaran –nos confiesa Assange– Propusieron declarar WikiLeaks como una ‘organización terrorista’. El Pentágono, la CIA y el FBI crearon grupos especiales para trabajar contra WikiLeaks y se empezó a presionar a otros países para que nos persiguieran legalmente”. Tal vez el FBI estuvo aún mas cerca de lo que Assange pensaba. En 2011, un avión privado aterrizó en Reikiavik con un grupo de investigadores del FBI. Sin el conocimiento del gobierno de Islandia, localizaron a varios colaboradores de WikiLeaks y los secuestraron. A algunos los condujeron a la embajada estadounidense para interrogarlos.

¿Tienes miedo? le pregunto. Assange me da una larga explicación de cómo los poderosos manipulan a los potenciales oponentes al crear una imagen exagerada de su capacidad de hacerles daño, con el propósito de asustarlos y de reducirlos a actores pasivos. “Es una pregunta estúpida”, concluye.

Realmente ¿crees que los que te persiguen exageran su capacidad de hacerte daño? “Sí. Los que quieren destruir WikiLeaks exageran constantemente su capacidad de hacernos daño. En su mayoría, son gente incompetente”, nos dice. ¿Habrá olvidado acaso Assange que lleva ya más de un año encerrado en la Embajada de Ecuador sin salir, por miedo a terminar como Bradley Manning? “No se trata de mi persona –me contesta–. Lo que me pueda pasar a mí no es importante, lo fundamental son las dificultades prácticas que mi aislamiento pueda crear para las actividades de WikiLeaks”.

Assange regresa a 2010, a una rueda de prensa televisada con el Pentágono para explicar su punto de vista. “Nos exigieron que les devolviéramos todos los documentos, que elimináramos todas las copias y que cortáramos todo contacto con ‘alertadores’ en las Fuerzas Armadas de EEUU. Si no, y cito textualmente, ‘nos forzarían a hacerlo’”. Pero WikiLeaks no obedeció. “Nos presionaron, con medidas financieras y legales que aún persisten –agrega Assange– Pero no hemos retirado un solo documento. Es más, continuamos publicando cada vez más filtraciones”. Según él, la negativa de WikiLeaks a obedecer, le ha restado credibilidad al Pentágono, ha devaluado sus amenazas. “Podrán ejercer alguna venganza contra nosotros, pero no lograrán detenernos”.

¿Cuenta con la ayuda de la izquierda? “La izquierda parece estar atrapada en los años 1960”, nos declara Assange. El disidente número uno de Occidente más bien cree en el mercado, aunque reconoce que el mercado tiende a evolucionar hacia el monopolio y que, por consiguiente, tiene que ser regulado.

Puede que no tenga miedo, pero Assange obviamente está asumiendo un riesgo enorme con sus actividades como ‘alertador’. Tiene que poseer una fuerza dentro de sí que lo empuja y no es obviamente ninguna ideología política. Assange respira profundamente antes de responder a la pregunta existencial: ¿Cuál es la razón de ser de una organización como WikiLeaks en el mundo de hoy? “WikiLeaks –dice– es mucho más que titulares escandalosos. De igual manera que la capacidad de resolver problemas físicos se limita a nuestro conocimiento de las leyes físicas, la capacidad de resolver problemas sociales depende de nuestro conocimiento sobre las instituciones humanas. Toda teoría política parte de ahí”.

Por “instituciones” u “organizaciones”, Assange entiende gobiernos, empresas privadas y otros grupos de poder. “El problema –explica– es que, mientras estas instituciones cambian constantemente adoptando nuevas tecnologías, la información sobre cómo funcionan se mantiene en secreto. Mucho de lo que nos presentan, y que utilizamos como base para comprender el mundo, es desinformación diseñada para hacer que esas instituciones luzcan más atractivas para el mundo exterior. Por eso, sólo conociendo la comunicación interna de esas instituciones podemos entender cómo funcionan realmente. Si queremos crear un mundo más justo, si queremos que la humanidad llegue a su potencial maximo, el primer paso es tener acceso a esa información” (7).

¿Y los medios de comunicación? Desde las alturas de la esfera teórica, Assange baja a la tierra, mejor dicho a la ciénaga donde tiene lugar la guerra sucia entre WikiLeaks y los grandes medios de comunicación. La relación empezó como un tango dulce. WikiLeaks cavaba y encontraba grandes secretos y The New York Times, El País, y otros gigantes mediáticos ponían a su disposición sus mejores periodistas y su público inmenso, maximizando de ese modo el impacto global de las revelaciones. “Quedé impresionado por su trabajo –admite Assange– y por lo que logramos juntos al principio”. Pero después, todo se derrumbó.

Assange habla con indignación de cómo los medios de comunicación occidentales convirtieron un documento estadounidense sobre una compra de un misil en Irán, en “propaganda de terror” al censurar la opinión del experto estadounidense que, en ese mismo documento, consideraba que la compra no constituía ninguna amenaza. Cuenta que Der Spiegel decidió no publicar una revelación desfavorable para Angela Merkel. Y que The New York Times se negó a publicar los terribles relatos del comando estadounidense en Afganistán llamado Task Force 373 y sus asesinatos de afganos inocentes. Finalmente esos grandes medios de comunicación se lanzaron a lo que Assange considera una ‘campaña sucia’ contra su persona, que alcanzó su punto más miserable en agosto de 2012, cuando The New York Times escribió que Assange se negaba a tirar de la cadena en el baño...

“Los medios de comunicación comienzan como organizaciones pequeñas. Pero cuando crecen, se les invita a sentarse con los poderosos. Allí se convierten en parte de la misma elite poderosa que normalmente deberían estar criticando. Es vergonzoso”. Y Assange añade: “La realidad es que, a través de Internet, un puñado de activistas de WikiLeaks ha publicado más documentos secretos que toda la prensa mundial entera, con sus miles de millones de dólares de presupuesto, su capacidad técnica y tecnológica y los recursos humanos que poseen”.

El 19 de junio de 2012, el Gobierno de Ecuador anunció que Assange se había refugiado en la Embajada de Ecuador en Londres, pidiendo asilo político. Fiscales suecos lo querían extraditar a Estocolmo para interrogarlo sobre acusaciones de “abuso sexual” de dos mujeres. Ambas admitieron haber tenido relaciones sexuales voluntarias con Assange en agosto de 2010, pero afirman, entre otras cosas, que Assange arrancó el preservativo y continuó el coito sin su consentimiento. Hasta ahora, lo más cercano a una evidencia que se ha visto en este caso es un condón roto, que luego resultó no tener ningún rastro de ADN de Assange... El fundador de WikiLeaks se ofrece a responder a un interrogatorio por teléfono o a ir a Suecia con la condición de que el Gobierno sueco le ofrezca garantías de que no será extraditado a EEUU. Allí, el presunto colaborador Bradley Manning está preso en condiciones que el Relator Especial de la ONU sobre la Tortura considera “crueles, inhumanas y degradantes”. El Gobierno sueco rechazó la propuesta.

Pero, ¿por qué Assange optó por solicitar asilo político en Ecuador, un país antes conocido como la república bananera por excelencia de América del Sur, sin voz ni voluntad independiente en la política internacional? “El presidente de Ecuador, Rafael Correa –contesta Assange, con la voz llena de admiración– es en realidad una persona especial. Pertenece a una nueva generación de líderes. Es un economista con un doctorado obtenido en Estados Unidos, un nacionalista en el buen sentido de la palabra y un reformador social. Es una combinación muy interesante”.

El 15 de agosto del año pasado, sin embargo, muchas personas dudaban de que eso fuese suficiente para salvar a Assange. Como respuesta a la decisión del Gobierno de Ecuador de otorgarle asilo diplomático a Assange, el Gobierno británico envió una carta en la que amenazó con revocar la inmunidad de la Embajada y entrar a arrestar por la fuerza a Assange. Los medios de comunicación internacionales se llenaron de advertencias a Quito sobre las sanciones económicas, con consecuencias catastróficas que caerían sobre Ecuador si Assange era protegido. La mayoría de los analistas parecían creer que el pequeño Ecuador cedería ante la presión internacional de Washington y de Londres. Pero Correa reaccionó uniendo a todo el continente latinoamericano en una declaración de rechazo tan contundente que obligó al Gobierno británico a una retirada humillante.

Ya pasan de las doce de la noche, y Assange empieza a despedirse después de una entrevista de dos horas y media aunque se le ve en plena forma... Sonríe cuando le pregunto qué ha pasado con aquel personaje físicamente deteriorado, pálido y moralmente derrotado que describen los medios de comunicación británicos. La vida como ‘alertador’ perseguido podrá ser dura, pero Assange también tiene un montón de amigos. Me cuenta, por ejemplo, que tiene un entrenador de artes marciales, veterano de los servicios secretos británicos y que cada día mejora su técnica en el boxeo. Ese misterioso entrenador de boxeo –Assange no me proporciona su nombre– no es el único ex agente de inteligencia que se ha alineado con su causa. Una carta reciente al diario británico The Guardian en apoyo a Assange fue firmada por una impresionante lista de ex agentes de la CIA y ex colegas de otras agencias. El 25 de enero pasado, el agente de la CIA John Kiriakou fue condenado a dos años y medio de cárcel por denunciar la técnica de tortura llamada water boarding, comúnmente practicada por los militares de EEUU. Los torturadores, sin embargo, siguen en libertad. Son tiempos difíciles para todos aquellos que se atreven a alertar sobre prácticas anti-éticas y violadoras de los derechos humanos, y muchos de ellos ven a Assange y WikiLeaks como su voz ante el mundo.

A Assange no le faltan argumentos para explicar su decisión de entrar en la Embajada ecuatoriana y solicitar asilo. Pero ¿cómo piensa salir? Entre sus asesores también se encuentra el ex juez Baltasar Garzón, tal vez el jurista más famoso del mundo, quien ha asumido la tarea de liderar la defensa legal de Assange. No es la primera vez que Garzón se enfrenta al Gobierno británico. En 1998, el ex dictador de Chile, Augusto Pinochet fue detenido por la Interpol en Londres por orden de Garzón, quien pedía su extradición a España para que respondiera de asesinatos, tortura y desapariciones forzosas cometidos durante sus 17 años de dictadura. El Gobierno británico, sin embargo, le concedió a Pinochet paso libre para que volviera a Chile donde le esperaba un puesto vitalicio en el Parlamento y la impunidad total ante cualquier juicio legal por sus crímenes. Ahora Garzón está tratando de convencer al Gobierno británico de que Assange es inocente y no merece un trato peor por parte de los británicos que el que le dieron a Pinochet.

Assange sigue siendo optimista: “Tenemos a mucha gente trabajando duro para hacer que la persecución contra WikiLeaks por parte de Washington cese”. Parece convencido de que las acusaciones de Suecia también desaparecerán si EEUU renuncia a su objetivo de destruir WikiLeaks.

En este momento realmente no parece que los casos contra usted y WikiLeaks estén a punto de desaparecer. ¿No tiene otro plan para salir de aquí? Algunos diarios amarillos han difundido un supuesto y delirante plan de sacar a Assange en una valija diplomática; trasladarlo a un yate por el Támesis, situado a un kilómetro y medio al sur de la embajada, para desde alli alcanzar aguas internacionales...

Assange, sin embargo, tiene planeada una vía de escape más realista. Pasa por las elecciones parlamentarias en Australia del próximo 14 de septiembre, en las que él será candidato del recién fundado PartidoWikiLeaks. “En las encuestas, el 25% del electorado dice que va a votar por mí. Tengo partidarios en el seno de los socialdemócratas, conservadores y el Partido Verde. Y el apoyo es uniforme en todo el país”, declara Assange.

El creador de WikiLeaks trata de vivir de la mejor manera en los 50 metros cuadrados de la embajada. Entre tanto, WikiLeaks sigue difundiendo documentos secretos. Según cifras recientes, en una de cada dos ediciones del New York Times hay un artículo basado en algún documento filtrado por WikiLeaks. Ya va siendo casi imposible hacer buen periodismo sin contar con el sistema inventado por Julian Assange. ¿Por qué entonces querer a toda costa matar al mensajero?

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(1) Léase Ignacio Ramonet, La explosión del periodismo, en particular el cap. V consagrado a WikiLeaks, Ed. Clave Intelectual, Madrid, 3ª edición, 2013.

(5) Consúltese: http://cablegatesearch.net

(7) A este respecto léase: Julian Assange (con la colaboración de Jacob Appelbaum, Andy Muller-Maguhn y Jeremie Zimmermann) Cypherpunks: La libertad y el futuro de internet, Ed. Deusto, Barcelona, 2013.

Eirik Vold

Periodista noruego.