El auge de la gobernanza de los números no es un accidente de la historia. Desde hace tiempo, la búsqueda de los principios últimos que rigen el orden del mundo combina leyes y números a través de la física y las matemáticas cuando se trata del orden de la naturaleza; del derecho y la economía cuando se trata del orden social. Algo similar sucede en el orden religioso, en el que la sumisión a la ley divina y la contemplación mística de verdades absolutas se reconocen como dos caminos distintos de acceso a lo divino.
Por otra parte, la gobernanza de los números no implica la desaparición de las leyes, sino la subordinación de su contenido a un cálculo de utilidad, para ponerlas al servicio de las “armonías económicas” que regirían el funcionamiento de las sociedades humanas. Pero la ley ¿es reductible al número? ¿Sólo expresa acuerdos perfectos que los matemáticos (...)