Estos dos libros nos llevan a conocer al proletario estadounidense. O mejor dicho, nos introducen, nos sumergen en ese ambiente, porque los autores nos lo cuentan desde dentro. No son periodistas, lo viven en primera persona. Con el estilo que consagró Gunter Wallraff en El periodista indeseable, Barbara Ehrenreich y Ben Hamper se meten en la piel –y logran que el lector también lo haga– de los trabajos más sufridos de su país.
En el primer caso, la activista Barbara Ehrenreich, con sesenta años, se dedica a trabajar en los puestos peor remunerados y agotadores (camarera, empleada de hogar o dependienta) con el objetivo de sobrevivir sólo con su sueldo. En su trabajo, nos hace sentir las largas jornadas agotadoras, los abusos de empresarios y capataces, la desesperación de ver que, con el salario, no le llega para pagar el alquiler, el transporte, los gastos médicos y la comida. Es decir, (...)