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Contribución a una teoría del consumo de masas

El deseo asfixiado o cómo la industria cultural liquida al individuo

El capitalismo hiperindustrial ha desarrollado sus técnicas hasta el punto de que, cada día, millones de personas están conectadas simultáneamente a los mismos programas de televisión, de radio o de consolas de videojuegos. El consumo cultural, metódicamente masificado, no deja de tener consecuencias sobre el deseo y las conciencias. La ilusión del triunfo del individuo se hace vaga, en tanto que las amenazas se ciernen sobre las capacidades intelectuales, afectivas y estéticas de la humanidad.

por Bernard Stiegler, junio de 2004

En las últimas décadas se ha impuesto una fábula que ha logrado embaucar a un gran sector del pensamiento político y filosófico. Propagada a partir de 1968, pretendía hacer creer que habíamos ingresado en la era del “tiempo libre”, de la “permisividad” y de la “flexibilidad” de las estructuras sociales, es decir, de la sociedad del ocio y del individualismo. Ese cuento, teorizado con el nombre de sociedad postindustrial, influyó y fragilizó notablemente la filosofía “posmoderna”. Además, inspiró ampliamente a los socialdemócratas, que pretendían que habíamos pasado de la época de las masas trabajadoras y consumidoras de la era industrial al tiempo de las clases medias, y que el proletariado estaba en vías de desaparición.

No sólo este último sector sigue siendo muy importante, como lo prueban las cifras, sino que incluso ha crecido, ya que los empleados se han visto en gran medida proletarizados (sometidos a un dispositivo de maquinarias (...)

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