El neoliberalismo no es el producto de la globalización financiera de los años 1980-1990: su historia se origina en la efervescencia intelectual del período de entreguerras. Economistas, directivos y altos funcionarios establecieron entonces las bases de un nuevo liberalismo que pretendía ser una tercera vía entre un laissez-faire considerado moribundo y una planificación económica que preparaba supuestamente el advenimiento del socialismo. Su movilización tuvo como punto culminante la celebración en París del Coloquio Walter Lippmann en 1938. Los renovadores del liberalismo decidieron allí dar la espalda al maximalismo y a la quimera de una sociedad sin Estado. Inventaron el arte de gobernar más que una utopía.
Lejos de ser antiestatista, el neoliberalismo despliega la intervención pública en tres direcciones principales. De manera ofensiva, busca hacer saltar los cerrojos legislativos, reglamentarios o corporativos que obstaculizan la libre competencia, y desvincular al Estado del sector productivo. De manera pragmática, crea un marco legal (...)