Por las calles de Orán pasa un coche con las ventanillas bajadas desde el que se escucha una canción de raï a todo volumen: “Me quieres, de acuerdo, nene / Hago como que te creo, habibi / Mi corazón me dice que te ame, pero sé que eres malo”. Para el joven que conduce el coche, y que se considera heterosexual, la orientación sexual de Cheikh Mamidou, que se deja entrever en las letras de sus canciones y su apariencia física, no plantea ningún problema. “Normal –afirma–. La música es buena, es lo único que importa, ¿no?”. Es sabido por todos que algunos cantantes tienen costumbres particulares, pero forma parte del folclore de los cabarets, esas discotecas de raï conocidas por ser lugares en los que se mezclan alcohol, prostitución y homosexualidad, y que se toleran siempre y cuando permanezcan al margen de la alta sociedad.
Todo el mundo sabe que (...)