Cataluña quiere decidir

La sacralizada Transición democrática no resolvió el modelo territorial consagrado en la Constitución de 1978. La voluntad de la sociedad catalana de ejercer el derecho a decidir su futuro –vinculado o no a la actual estructura del estado–, choca con las interpretaciones dominantes de aquella transacción política plasmadas en el conglomerado legislativo vigente. El resultante de las movilizaciones registradas en Cataluña en los últimos tres años, cada cual más exitosa y celebrada que la anterior, ha desbordado los marcos políticos y mentales más restrictivos e interesados. También los intentos, persistentes, de desmovilizar a la ciudadanía, en paralelo al despliegue de un extenso arsenal de argumentos más propios del cine de terror. Experiencias como las de Quebec y Escocia demuestran que es posible –y necesario– alcanzar acuerdos para el reconocimiento legal de las realidades nacionales enclaustradas en los estados de los que, por el momento, forman parte. Jaime Pastor, profesor de (...)