Antes de la pandemia de covid-19, China parecía estar al alcance de la mano. Los vuelos directos entre Montreal y Pekín sobrevolaban el Polo Norte y recorrían los 10.000 kilómetros que separan ambas metrópolis en cerca de doce horas. Pero en la pasada primavera de 2023, cuando China levantaba por fin un confinamiento de tres años, esas rutas habían desaparecido. A falta de nada mejor, tuve que resignarme a reservar un billete Montreal-Toronto-Zúrich-Hong Kong: un periplo de más de treinta horas. Pronto descubriría que los desplazamientos aéreos no eran lo único que había quedado afectado por la pandemia.
Hice el viaje en búsqueda del “sueño chino”, por aquello de recuperar el nombre de mi blog Reading the China Dream, creado en 2018. Con el fin de hacer un seguimiento de la vida intelectual china, leo, traduzco, inquiero y recuerdo el contexto de los textos publicados por autores que no son ni (...)