Desde hace un año, en Estados Unidos los ánimos se exacerban ante la idea de que China, descontenta con la política exterior del presidente Obama, decida, a modo de represalia, dejar de comprar bonos del Tesoro estadounidense. Según las oscuras profecías de numerosos analistas, semejante medida provocaría un apocalipsis financiero que pondría de rodillas a la economía de EEUU.
La amenaza china constituye un argumento fácil para que la Casa Blanca aplique una mayor ortodoxia en materia fiscal y monetaria. Permite incitar a la Administración de Obama a renunciar a sus intentos de lograr que Pekín revalúe el yuan con respecto al dólar. También resulta útil para reclamar recortes en los programas de ayuda a los más necesitados, a la cabeza de los cuales se encuentra el proyecto de reforma del sistema de jubilación. A partir del momento en que China no “recicle” una parte de sus gigantescos excedentes comerciales para (...)