Las ambiciones presidenciales de Donald Trump no son nada nuevo. Ya en 1988, este promotor inmobiliario había intentado convertirse en el compañero de lista de George H. W. Bush. Un tiempo después, con vistas a las elecciones de 2000, aspiraba a la candidatura por el Partido Reformista, el cual sirvió de plataforma para que Ross Perot, el primer “multimillonario populista”, se lanzara a la arena política. En 1992, al final de una campaña que giró en torno a los peligros del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés), Perot obtuvo el 19% de los votos, lo que impidió la reelección del presidente Bush frente al candidato demócrata William Clinton. En cada uno de estos intentos, Trump se comprometía a poner su talento de empresario al servicio de un Gobierno que necesitaba reformas radicales.
Sin embargo, las convicciones del hombre que, el próximo 20 de enero, (...)