Puede parecer banal que Emil Ludwig (1881-1948) deslice en sus textos, por otra documentados, amenos y hasta premonitorios, frases como “las bellas manos es un rasgo que he encontrado siempre entre los dictadores”. Pero algo mas inquietante es la simplicidad con la que describe tres personalidades complejas, aberrantes y sanguinarias que flagelaron el siglo XX. Salvado este escollo, los ensayos biográficos (traducidos en 1939 por Francisco Ayala) de Hitler, Mussolini y Stalin (con un apéndice sobre el cuarto dictador: Prusia) merecen atención porque, entre otras cosas, Ludwig mantuvo entrevistas con Mussolini y con Stalin –algo que enriquece el relato– aunque no con Hitler de quien, como es lógico, no ofrece material inédito. Como autor mereció que en 1933 sus obras fueran prohibidas y quemadas públicamente por Goebbels, cuando el escritor alemán, perteneciente a una familia judía de la alta burguesía, había huido un año antes a Suiza.
Mussolini resplandece. Ludwig (...)