En 1949, el inicio del vínculo con Israel estuvo enmarcado por los esfuerzos argentinos posteriores a la Segunda Guerra Mundial por superar su condición de paria internacional. De cara al ostracismo con que algunos otrora aliados buscaron punir su renuencia a alinearse con Estados Unidos durante la guerra, el interés argentino de temprana posguerra se centró en restaurar relaciones con los países centrales, cultivando a la vez nexos con nuevos actores para protegerse de los más draconianos de entre los primeros.
Desde la inclusión de Palestina en el temario de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1946, la diplomacia argentina buscó congeniar con todos los involucrados. Un año después, el ejercicio había rendido sus frutos: un sitio en el Consejo de Seguridad, con el apoyo indiviso del mundo árabe.
No obstante, en 1946-1947 la delegación argentina fue autorizada a apoyar la creación de un Estado hebreo, a condición de no (...)