Es más fácil montar un golpe mediático que un golpe de Estado. En Francia, el artículo publicado el 21 de abril por la revista Valeurs actuelles lo ha demostrado: basta con un llamamiento firmado por una veintena de generales retirados. Especialmente, en plena conmemoración de la muerte de Napoleón (autor del más famoso de los golpes de Estado) y el día del sexagésimo aniversario del último golpe que ha conocido Francia. La ambigüedad del texto, que sintetiza buena parte de las obsesiones paranoicas de la extrema derecha (sobre la “guerra racial”, el islamismo, las “hordas de los suburbios” y los alborotadores), garantizaba la polémica. Y, al exigirle al Gobierno que evite la “guerra civil”, los firmantes amenazaban veladamente con un golpe militar mediante una enrevesada fórmula que se abría a toda clase de interpretaciones: “la intervención de nuestros camaradas en activo en una peligrosa misión de protección de nuestros valores (...)
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De Napoleón a la junta birmana
Técnicas y ambigüedades del golpe de Estado
La publicación en la prensa de dos manifiestos de militares de extrema derecha ha desatado la polémica en Francia. Al mostrarse indignados por la supuesta indolencia del Gobierno y exigirle reaccionar ante el “desmoronamiento” del país por culpa de los “islamistas”, los “antirracistas” y las “hordas de las periferias”, los firmantes han participado de la tradición de los golpes de Estado.
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