En un ambiente ya saturado de tensiones entre tunecinos e inmigrantes subsaharianos, unas cuantas palabras del presidente tunecino Kais Said bastaron para prender la mecha. Tras un consejo nacional de seguridad dedicado a las “medidas urgentes” para “atajar la presencia de un elevado número de inmigrantes ilegales procedentes del África subsahariana”, un comunicado de la Presidencia publicado en Facebook el pasado 21 de febrero avalaba una variante tunecina de la teoría del “gran reemplazo”: en el marco de “un plan criminal gestado desde principios del presente siglo –podía leerse–, algunos partidos [han] recibido grandes sumas de dinero desde 2011 para el establecimiento de inmigrantes irregulares subsaharianos en Túnez” con el fin de “reducir Túnez a su dimensión africana y despojarla de su pertenencia árabe e islámica”.
Pese a que la Policía llevaba ya desde mediados de febrero realizando operaciones de control de los migrantes, la Guardia Nacional anunció al día siguiente (...)