Con frecuencia se ha comparado la construcción europea con un ciclista: si no avanza, se encuentra en equilibrio inestable y termina por caer al suelo. En efecto, los dirigentes de los Estados y de las instituciones de la Unión Europea (UE) deben brindar constantemente a los ciudadanos motivos para estar juntos. Ésta es incluso la principal actividad de la Comisión Europea que, sin parar, produce proyectos de actos legislativos bautizados como “avances”.
El problema se complica cuando no hay sólo uno sino 28 ciclistas y, en un entorno internacional amenazante, no todos pedalean en el mismo sentido. En un caso así, el método es bien conocido: a falta de llegar a un acuerdo sobre los dosieres ya existentes, se abre uno nuevo en el cual se podrían hacer “avances” que suministrarían el combustible necesario para una nueva “reactivación” del proyecto europeo.
Ahora ese dosier es el de la perspectiva de una Europa (...)