Cuando un presidente errático y poco preocupado por conocer todo lo que ignora controla el ejército más poderoso del mundo, más vale que sean numerosas las salvaguardias. Ahora bien, cuando Donald Trump ordenó a sus generales que bombardearan Siria y que iniciaran maniobras navales en Asia, fue ovacionado por los parlamentarios estadounidenses, republicanos y demócratas, así como por casi todos los medios de comunicación, incluyendo los de Europa. Un diario nacional francés incluso juzgó que “los ataques en Siria” habían tenido “algo de liberadores”. Así pues, cincuenta y nueve misiles lanzados contra una base aérea en Oriente Próximo habrían casi metamorfoseado a un presidente inmerso en la impopularidad, en un enfoque de amateur y en el nepotismo, convirtiéndolo en un hombre determinado, sensible e incapaz de contener su humanidad ante fotografías de “bonitos bebés cruelmente asesinados durante un ataque muy bárbaro”. Semejante concierto de alabanzas inquieta tanto más en el (...)
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El Estado profundo
por Serge Halimi,
mayo de 2017
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