¿Por qué en 1994 la humanidad no acudió en ayuda de los tutsis de Ruanda, pese a las matanzas, masivas y de una atrocidad espectacular, que tuvieron lugar a la vista de todo el mundo? La Organización de las Naciones Unidas (ONU) es cuestionada con regularidad, y con razón: mientras que el comandante de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Ruanda (Unamir, por sus siglas en inglés), el general canadiense Roméo Dallaire, bien informado por un desertor del movimiento extremista Hutu Power, pedía un refuerzo de 5.000 cascos azules para impedir las masacres programadas, la ONU redujo los efectivos de 2.300 soldados a 270 observadores no armados.
No obstante, se suele olvidar que la organización que entregó de esa manera las víctimas a sus verdugos estaba dirigida en ese momento por dos africanos: el egipcio Boutros Boutros-Ghali, su secretario general, y el ghanés Kofi Annan (subsecretario general, responsable (...)