“Dakar ha cambiado tanto que la ciudad está irreconocible”. Modou Lo, un “llegado de Italia”, como lo llaman en su casa, no había pisado Senegal desde hacía doce años. Emigrado a Milán, este técnico de 34 años ha vuelto a casa de sus padres, en una calle no pavimentada del barrio de Guédiawaye, al norte de la capital. Está redescubriendo su ciudad y confiesa haber perdido sus reflejos de boy Dakar, el equivalente local del titi parisino: “Tomé un taxi a la hora punta y estuve dos horas en un atasco. Ya no tengo mis puntos de referencia para tomar el buen camino. Todo ha cambiado… ¡Las casas tienen uno o dos pisos más!”.
Son las 15 horas. En el patio de la casa, Modou Lo prepara los tres vasos rituales de té verde con sus amigos, con la radio de fondo y los balidos de los corderos. El emigrado recibe (...)