La crisis que atravesamos no es de naturaleza sanitaria, sino económica. El aletear de mariposa que sin duda tuvo lugar en el mercado de Wuhan ha progresado siguiendo las líneas de fragilidad del capitalismo globalizado y liberalizado que, durante cuarenta años, ha desplegado sus “cadenas de valor” al vaivén de las quimeras que le prometían rendimientos fáciles: la captación financiera, la competencia “libre y no falseada” por los costes salariales, el “justo a tiempo”, el lean management, el saqueo de los recursos naturales, la obsolescencia programada, la reducción del número de mascarillas y camas en los hospitales, la austeridad.
Nos encontramos solo en el principio, pero ya los economistas se preguntan: “¿quién pagará y cómo?”. Una profesión que no se ganaría el pan sin esa levadura que se anima ante la simple mención de los “costes” no puede dejar pasar semejante ocasión de plantear la cuestión. Esta vez, no podemos quitarle (...)