Tras la crisis de 2008, los gobernantes europeos optaron por la austeridad, invitados a ello –en ocasiones con firmeza– por la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI). La vía elegida pronto dio lugar a una oleada de protestas populares, y seguidamente a la irrupción de personalidades y grupos opuestos a la ortodoxia presupuestaria –desde Podemos en España hasta Syriza en Grecia, pasando por Jeremy Corbyn en el Reino Unido, Jean-Luc Mélenchon en Francia o el Bloque de Izquierda en Portugal–.
Irlanda se mantuvo al margen de ese movimiento. Alumno modélico de lo que marcaba Bruselas, se distinguió por su capacidad para soportar sin rechistar una drástica cura de austeridad. Hasta las elecciones parlamentarias de febrero de 2020. En ellas, se impuso el Sinn Féin (SF), con un 24,5% de los votos, una novedad que sorprendió a todos y en primer lugar a los propios líderes del partido nacionalista de (...)