Durante mucho tiempo, el intelectual llamado “de izquierdas” tomó la palabra y experimentó el reconocimiento de su derecho a hablar como dueño de la verdad y la justicia. Se le escuchaba, o él pretendía hacerse escuchar, como representante de lo universal. Ser intelectual era ser un poco la conciencia de todos. (...) Hace ya unos cuantos años que no se le pide al intelectual que cumpla ese papel. (...) Los intelectuales se han acostumbrado a no trabajar en lo universal, lo ejemplar, lo justo-y-verdadero-para-todos, sino en sectores determinados, ciertos puntos precisos donde los situaban sus condiciones de trabajo, o bien sus condiciones de vida (la vivienda, el hospital, el asilo, el laboratorio, la universidad, los vínculos familiares o sexuales). Así han ganado, sin duda, una conciencia mucho más concreta e inmediata de las luchas. Y en ellas han encontrado problemas que no son universales sino específicos, distintos muchas veces a (...)
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Michel Foucault defiende al intelectual específico
mayo de 2006
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