- M. Ángeles Díaz Barbado. – Sin título, 2006
Una y otra vez regreso a las notas que acompañan el Diario y Correspondencia de Max Weber a principios de 1919. Son páginas escritas desde un sentimiento de derrota y humillación, desde una especie del lugar del desastre, cuya luz hacía todavía más tenebrosa la historia, el final de la Gran Guerra, capitulación firmada por el Reich el 11 de noviembre de 1918. Era una historia imposible de imaginar y narrar, por lo cual se la deja apenas para las notas breves de los Diarios que, como Walter Benjamin avisaba, tienen la eficacia de guardar el temblor de la vida.
Para Weber, y para tantos otros compañeros de generación, la que había sido derrotada no era Alemania, sino la Razón, la Razón moderna, que se había constituido en el principio (...)