Thomas Bernhard (1931-1989) sentía amor y odio desmedidos por la vida. Vivir era una tragedia y también una comedia. El escritor austriaco podía relatar la existencia conforme a las oscilaciones de su estado de ánimo. En realidad, Bernhard tenía motivos para estar deprimido o incluso desesperado en el centro de la farsa. Su vocación era musical. Quiso ser cantante. Pero sus pulmones enfermos no se lo permitieron. Lo que hizo fue un trueque: cambió notas por palabras. Una cantante de ópera amiga suya sollozaba al oírlo recitar cualquiera de sus textos, independientemente del tema tratado. Sonaba como la música. Y es bien cierto que la prosa de Bernhard alcanza esa sonoridad tan cercana al canto. No solo en el original alemán, sino también traducida a otras lenguas (en español lo hizo magistralmente Miguel Sáenz), y ello porque el ritmo, las reiteraciones de ciertos términos, la cadencia o (...)
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Maestro del dolor y de la ironía
Mis Premios
Thomas Bernhard
Alianza Editorial, Madrid, 2009,
150 páginas, 16,00 euros.
por Ignacio Carrión,
marzo de 2011
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