Vivían con una imagen: la de la mujer emancipada que gozaba de un estatus único en la región desde la presidencia de Habib Bourguiba. El Código del Estatuto Personal (CEP), adoptado en 1956, las había transformado en una excepción en el mundo musulmán: prohibición de la poligamia, del repudio y de los matrimonios forzados, derecho al divorcio. Votaban desde 1959, podían abortar desde 1973 y varias habían llegado a ser ministras. Zine el Abidine Ben Ali vendía por todas partes esta imagen de “la” mujer tunecina.
Tras la caída del dictador, en enero de 2011, fue necesario reconocer que no había “una tunecina” sino “tunecinas” y, sobre todo, que había una distancia abismal entre los textos y las costumbres. A pocos kilómetros de la ciudad de Túnez, con sus brillantes médicas, abogadas o empresarias, luchan por sobrevivir mujeres analfabetas, cuyo destino son la pobreza, la precariedad y la violencia. En el (...)