Por un lado, Grecia; por el otro, Europa; ambos “echando un pulso”: los medios de comunicación acuden diariamente a este registro semántico para dar cuenta del intento de estrangulamiento del Gobierno que preside Alexis Tsipras. Aunque todo el mundo puede entender lo que abarca la palabra “Grecia”, y no solamente en términos geográficos, no ocurre lo mismo con la palabra “Europa”. En este caso, no se trata ni de pueblos, ni de sociedades, ni de Parlamentos nacionales de los Estados miembros de la Unión Europea (UE), ni siquiera del Parlamento Europeo. Se trata de las fuerzas unidas –hasta hace poco designadas como la troika– de la Comisión Europea, del Banco Central Europeo (BCE) y del Fondo Monetario Internacional (FMI) cuya sede, recordémoslo, se encuentra en Washington DC…
Reducir la idea de Europa a la suma de tres instituciones independientes y, por lo tanto, situadas fuera del alcance del sufragio universal (...)