No habrá sorpresas en las elecciones legislativas rusas de este mes de diciembre de 2007. Cuando ya las encuestas aseguraban que obtendría la mayoría relativa, el partido en el poder, Rusia Unida, ha visto cómo la intención de voto a su favor tomaba mayor impulso tras el anuncio de Vladimir Putin de que él mismo encabezaría su lista. Desde entonces, se ha vuelto muy probable la hipótesis según la cual el actual presidente dejaría a su sucesor, en caso de que abandonara realmente la dirección política, una “mayoría constitucional” en la Duma (es decir, que permite reformar la Constitución con dos tercios de los representantes).
Este amplio apoyo de la opinión pública rusa a quien dirige el país desde hace ocho años provoca diversas interpretaciones en Occidente. Para algunos resurgen los viejos tópicos, en primer lugar la supuesta incapacidad casi genética de los rusos de recorrer el camino de la democracia (...)