La necesidad de reciclar los capitales sucios se aprovecha de la sofisticación de los mecanismos de las finanzas mundiales y de la complejidad de las distintas legislaciones. Uno de los méritos del libro de Richard Labévière consiste en el análisis de la reacción tan insólita, después de los ataques del 11 de septiembre: “La primera reacción oficial de la Administración estadounidense (...) tuvo lugar a los catorce días. Para sorpresa general, la respuesta no es militar ni muy espectacular, y toma un giro inesperado y sin precedentes. El presidente estadounidense anuncia la congelación de las cuentas bancarias, en todo el mundo, de 27 individuos y organizaciones sospechosos de tener relaciones con Osama Ben Laden y su entorno. (Hay una larga enumeración de personajes y empresas, y Labévière prosigue) Se trata, en palabras de George Bush, ‘de un golpe contra las fundaciones que financian el terrorismo’’’.
De este modo se demuestra que (...)