“La moneda es nuestra, pero el problema es de ustedes”. La célebre expresión de John Connally, que fuera secretario adjunto del Tesoro en la presidencia de Richard Nixon, data de 1971, pero podría aplicarse a la política del dólar de la primera administración de George W. Bush. Preocupados prioritariamente por la “lucha contra el terrorismo” y por la guerra en Irak, los dirigentes estadounidenses prestaron escasa atención a los grandes temas económicos internacionales. Si bien proclamaron su apego a una moneda fuerte, tanto como para no incitar a los especuladores a perjudicar demasiado al dólar, de hecho dejaron la cuestión al “mercado”, lo que les permitía ocultar el problema de los “déficits gemelos” (presupuestario y comercial) que han aumentado masivamente.
En materia presupuestaria, la administración Bush había heredado excedentes cercanos a los 240.000 millones de dólares en 2000. La recesión de 2001 (que redujo las entradas fiscales), las masivas reducciones de (...)