Un candidato, James Richard “Rick” Perry, incapaz de acordarse del nombre de los Departamentos que pretende suprimir. Otro, Herman Cain, que parece ignorar todo sobre la estrategia estadounidense en Libia. Un tercero, Newton Gingrich, que no vacila en calificar al pueblo palestino de “invención”. El espectáculo que ofrece el Partido Republicano en su búsqueda de un candidato lo suficientemente “auténtico” como para satisfacer a su base electoral a veces parece un suicidio lento.
Pero sería un error apresurarse a pronunciar la oración fúnebre de los conservadores estadounidenses. En muchas oportunidades demostraron su capacidad de salir del brete. Cuando estaban desconcertados por el flagrante fracaso de la ideología neoliberal, después del hundimiento bursátil de 2008, parecían tener un pie en la tumba. Dos años después, en las elecciones a mitad de mandato, se apoderaron de la Cámara de Representantes. Sin hacer la menor concesión ideológica. Y redoblando el entusiasmo respecto de (...)