¡Pobre Galicia sin ventura, todos la habremos de llorar! Se quedó sin la referencia ética y moral que Isaac Díaz Pardo, fallecido el pasado 5 de enero, encarnaba desde hacía decenios. No es que escaseen las personas dignas de esa función imaginaria. Varios nombres me vienen a la mente, pero ha de ser el pueblo, sin campaña ni elecciones, quien plebiscite e instale al designado. La historia nos demuestra que éste habrá de pasar por numerosas adversidades y pocas satisfacciones, pues sus anhelos siempre lo llevarán a desear lo inalcanzable.
La primera desgracia de Isaac Díaz Pardo consistió en el fusilamiento por los franquistas de su padre Camilo Díaz Baliño. Además de quedar huérfano, Isaac perdía la frecuentación de pensadores de las Irmandades da Fala como su propio padre, Castelao, Vicente Risco, Otero Pedrayo, Ramón Cabanillas o Eduardo Blanco Amor, de donde salía ese humus que los ligaba a su (...)