Pocos Gobiernos en el mundo son objeto de campañas de demolición tan cargadas de odio como Hugo Chávez, presidente de Venezuela. Sus enemigos no han vacilado ante nada: golpe de Estado, huelga petrolera, éxodo de capitales, intentos de atentados... Desde los ataques de Washington contra Fidel Castro no se había visto un ensañamiento semejante en América Latina.
Contra Chávez se divulgan las más miserables calumnias, concebidas por las nuevas oficinas de propaganda –National Endowment for Democracy, Freedom House– financiadas por la Administración del presidente de Estados Unidos George W. Bush. Dotada de recursos financieros ilimitados, esta máquina de difamar manipula repetidores mediáticos (entre ellos los diarios de referencia) y organizaciones de defensa de los derechos humanos, enroladas a su vez al servicio de designios tenebrosos. Sucede también, ruina del socialismo, que parte de la izquierda socialdemócrata sume su voz a este coro de difamadores.
¿Por qué tanto odio? Porque en momentos en (...)