En The Economist es donde se exponen con mayor radicalismo –y también con talento– las tesis ultraliberales. Es conocida la gran influencia que este semanario británico ejerce sobre los responsables políticos, y ello mucho más allá del mundo anglosajón. Lo que preconiza The Economist se transforma a menudo en hoja de ruta de los gobiernos, en primer lugar en Europa. Por eso es preciso tomar muy en serio el título de portada de la edición del 8 de enero pasado y el contenido del informe especial: “La próxima batalla. Hacia una confrontación con los sindicatos del sector público”.
La tesis de The Economist es de una sencillez evangélica y puede resumirse en tres puntos: a) todos los Estados europeos enfrentan déficits públicos abismales; b) para reducir el gasto público, hay que reducir los efectivos, los salarios y los sistemas de pensiones de los funcionarios; c) los Gobiernos lograrán ganarse con mayor (...)