En la biografía no autorizada (como debe ser) El frío de una vida, Anna Caballé revela lo que Francisco Umbral nunca quiso (o pudo) contar: una infancia terrible en la España negra, sin padres ni amor, una tuberculosis en su juventud y la muerte de su hijo Francisco, de seis años, víctima de una leucemia.
Esto es cierto sólo en parte: la vida de Umbral, sus obsesiones y sus manías se adivinan a través del centenar de libros y a través de miles de textos autobiográficos, fruto de su memoria personal y colectiva convertidas en materia literaria, lo que le llevó a obtener los premios Cervantes en el 2000 y el Príncipe de Asturias en 1996, el Mariano de Cavia, el González Ruano, el Mesonero Romanos o el Nadal, pasando por el de la Crítica o el Nacional de Las Letras.
Cuando, en 1972, publica Memorias de un niño de derechas, ya (...)